martes, 23 de diciembre de 2008

!Felices fiestas!

Van cayendo los ultimos granitos de arena del reloj de este año. Como siempre en un frenesì de exàmenes, despedidas y fiestas familiares. Llegamos quizàs con algunas sorpresas (que se haya comenzado con la licitaciòn de las obras de un nuevo edificio) agradables y arrastrando algunos dèficits històricos. Pero este mismo blog muestra que existe entusiasmo, inquietudes, actividad y por que no talento que no terminan de manifestarse plenamente, pero que una vez rotos los diques puede derramar un mar de vitalidad no solo en la Escuela sino tambièn en el descolorido panorama cultural de San Martìn. Apostamos a eso y es importante la continuidad, y para mantener esa continuidad generar discusiòn y debate que mueva al compromiso vital, hacer que la Berni nos enorgullezca y participar, no por obligaciòn, sino porque podemos producir, aprender y enamorarnos en la Berni. Todo esto con letras mayusculas CREAR, CRECER Y AMAR. Quien quiere perder el tiempo sin vivir su vida? La verdad yo no. Por eso no perdamos el tiempo. Podemos tardar mas o menos en cursar una carrera, pero si son 8 o 10 y nos vamos con la sensacion de haber perdido el tiempo...Que Tutatis te ayude. Nos vemos el año que viene.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Bocetos en la fàbrica donde Berni realizò el Martìn Fierro.

Esta nota es del año 1999. Publicada en el diario Clarin.

Bocetó allí su última escultura, La partida de Martín Fierro. Los dueños le habían prestado el lugar para trabajar. Terminó la obra poco antes de morir, en 1981. Ahora, la fábrica puede ir a remate.


HERNAN FIRP
Sobre la pared de la fábrica cerrada hay unos pincelazos que delinean el perfil de un caballo y un gaucho sujetando rienda y crines. Una de sus piernas se eleva sobre el lomo del animal. En el muro, su rostro es una incógnita. Se trata de un dibujo para la escultura La partida de Martín Fierro, última obra del maestro Antonio Berni con una involuntaria alusión a su propio adiós.
El dibujo corre ahora peligro de desaparecer, por el abandono de esa metalúrgica de la localidad de San Martín.Puede que rematen la fábrica o que la tiren abajo; quizá los nuevos dueños no sean conscientes del valor histórico que tiene este boceto, dice el escultor Ennio Iommi, quien fue amigo íntimo de Berni.
Tan pronto como se enteró de que la fábrica estaba por ser rematada, Iommi inició una cruzada personal: este escultor, con 54 años de oficio, afirma que el boceto posee más valor histórico que plástico, pero forma parte de la obra de Berni y hay que mantenerlo. En Europa estas cosas no hace falta decirlas.
De 73 años y bastón, recuerda mientras dirige una mirada melancólica a la figura que subsiste rodeada de graffitis. Se puede leer una inscripción de encono futbolero: Chacarita vigilante. O, entre las patas del animal, Los Redondos. Alberto Barrientos, portero y único habitante de la fábrica, ensaya una explicación: Es que trabajaban muchos jóvenes. Todos sabían que el maestro (por Berni) hizo la estatua acá y por eso respetaban la obra... a su modo.
Sus últimos seis meses de vida, Berni (1905-1981) los pasó en la metalúrgica Piave. El bosquejo de la escultura, una foto en blanco y negro donde se lo ve en la fábrica, y el relato del amigo, son los únicos elementos que fijan testimonio de esa última obra. La terminó a tiempo, pero no vivió para verla colocada en la calle.
A la intemperie desde noviembre del 81, la escultura está en la descuidada plazoleta Martín Fierro, cerca de la fábrica Piave y del centro de San Martín. Se apoya en una base de adoquines y el gaucho lleva una barba espesa hecha con filamentos de acero inoxidable. Abajo hay una placa: 7-11-81, obra póstuma del maestro Berni, dice.
Iommi cuenta que en setiembre de 1980 Berni lo llamó y le contó que la Municipalidad de San Martín le había encomendado un trabajo inusual. El, se sabe, era pintor.En el contrato constaba que la obra de arte se realizaría con chapas de hierro soldadas y luego pintadas. La entrega debía hacerse en marzo de 1981.A los pocos días, ambos artistas se reunieron en el estudio de Berni, en Lezica al 4200. Le sugerí que hiciera la escultura utilizando una base en acero inoxidable para luego revestirla con chapas de bronce, rememora Iommi. le comentó que conocía una fábrica donde podían darle una mano. Se refería a la metalúrgica Piave, que hoy languidece en Ramón Falcón al 6100, de San Martín.
De ese horno intenso donde llegaron a trabajar 300 metalúrgicos salió la obra. Adentro quedó el boceto, en una pared que parece una pantalla de cine. Para verlo hay que atravesar dos galpones mudos por el desempleo y tapados de máquinas gigantes como paquidermos dormidos.
Es una fábrica, dice Iommi, con impronta artística: Aquí yo terminé más de una escultura. Conocía a los dueños: evoca al viejo Gildo, un italiano con berretines artísticos, que tenía el sí fácil y a cambio de nada le cedió una parcela de cemento para armar sus obras.
Iommi señala la pared aún cuadriculada por el pulso de Berni. A través de estas marcas fue buscando las proporciones -recuerda-. Venía a las 7 con su Fiat 125 colorado y su bufanda marrón. Se iba al atardecer.
Lo que hoy se ve en la pared le ocupó no más de 40 minutos. Después hizo una maqueta de cartón que presentó en la Municipalidad.
De pie sobre una vieja estructura que se convierte en tribuna, Iommi asegura:
Haré lo imposible para no perder la obra de Berni. De inmediato pregunta dónde está la Municipalidad de San Martín.




jueves, 4 de diciembre de 2008

BERNI EN SAN MARTIN: Su ùltima obra, el Martìn Fierro.

Berni en la Metalurgica Piave de Tropezòn.

La plazoleta donde està ubicada no es adecuada a la importancia de una obra ùnica como esta.


Esta es una nota muy interesante que se editò en un sitio de una empresa privada. Tiene unos años, y acerca de lo que se hizo durante este tiempo no tenemos noticias, si alguien sabe algo agradecerìamos los comentarios

"Escribe: Miguel Marín

Cuando Antonio Berni murió trabajaba en los toques finales
de una obra atípica en su trayectoria: una escultura en tamaño
natural del Martín Fierro, encargada por la municipalidad de San
Martín. Mutilada y descuidada desde hace años, sin planes
concretos de preservación o traslado, la obra corre peligro de
males mayores. El escultor Enio Iommi, amigo de Berni, y su
consejero para este trabajo, cuenta la historia de La partida de
Martín Fierro.

Era octubre de 1981 y el maestro Antonio Berni, acaso el pintor
argentino más talentoso y potente que dio el siglo XX, andaba
trabajando en algo insólito para él: una escultura del Martín Fierro
en tamaño natural.
Casi a diario manejaba su auto desde su casa
de la calle Lezica, en Almagro, hasta el taller metalúrgico Piave,
en El Tropezón, para avanzar en una obra que le estaba resultando
más agotadora de lo que pensaba. Tenía que estar lista para principios
del mes siguiente, porque debía inaugurarse para el Día de la Tradición,
de acuerdo al plan de las autoridades de la Municipalidad de General
San Martín, que un año atrás le habían pagado al artista un adelanto
de cinco mil dólares para encarar la escultura. El contrato, en realidad,
estipulaba que la obra se entregaría a fines de marzo de 1981, pero
a esa altura Berni había avanzado muy poco; la prórroga que obtuvo
, supuso, le daría tiempo para cumplir con lo pactado. Para el 13 de
octubre de ese año a La partida del Martín Fierro sólo le faltaba el
proceso de coloración final, pero no sería Berni quien se haría cargo
de los toques finales de su última obra.

Donde està?

Sobre un utilitario pedestal de ladrillos, la obra de Berni en su
desangelado entorno. Una vez más, el Fierro de Hernández confirma
su sufrida existencia.
"Ese día suena el teléfono a la seis de la mañana en mi casa y me dicen
‘Una mala noticia: Antonio Berni murió’", cuenta el escultor Enio Iommi.
"‘¿Pero cómo, qué pasó?’. ‘Se atragantó con un huesito de pollo y le
tuvieron que hacer una operación; no resistió y murió en el sanatorio
Anchorena’", oyó del otro lado del tubo. Amigos durante décadas, Iommi
jugó un papel clave en la construcción de La partida de Martín Fierro: no
sólo aconsejó a Berni desde el principio, sino que además se encargó de
llevar adelante el proceso químico de empavonado para terminar la obra
y entregarla a tiempo. Fue inaugurada el 7 de noviembre en la plazoleta
Martín Fierro, ubicada en Perdriel al 3700, en San Martín. Desde hace
varios años que su estado es lamentable.

El estado de conservaciòn.

La escultura está sobre una base de acero inoxidable asentada en el tope
de un pedestal de adoquines de dos metros de altura. Al caballo le falta
la oreja izquierda. Las cuerdas de la guitarra, cruzada en la espalda del
gaucho, fueron reemplazadas por alambres comunes: alguno está suelto,
otro desapareció. Tampoco está el estribo derecho del recado. Un par de
cintas metálicas, que volaban desde el sombrero de Martín Fierro, fueron
cortadas. Algunas de las crines del animal, además, están dobladas.
El brazo derecho del hombre, que sostiene un rebenque, fue
reacondicionado malamente; ya son varias las veces que le amputaron
la diestra al jinete. El vientre del caballo y el pedestal tienen pintadas
que remiten a, por ejemplo, "Nahuel". El nombre de Berni, en cambio,
apenas aparece en una pequeña placa de bronce que sobrevivió al saqueo.
Una superficie de cemento, al pie de los adoquines, lleva a deducir que de allí
fue robada una placa de bronce más grande. El estado de la plazoleta,
ubicada entre la transitada Perdriel y las calles San Martín e IntendenteCampos,
con un cuarto lado que da a un enorme paredón de una fábrica
de caños, ahuyenta más que atrae.
Desde hace años está claro que el lugar donde se exhibe la obra póstuma de
Berni es pésimo por donde se lo mire, porque por un lado casi no es
apreciada y por otro sufre continuas agresiones. El temor a que un día
desaparezca no es descabellado. Y sin embargo, en la Municipalidad de
San Martín no hay planes para preservarla. La directora de Cultura,
Silvia Gorostiaga, es, a la hora de hablar del asunto, un catálogo de
ambigüedades: "Tengo entendido que del tema del traslado se había
hablado, porque en reiteradas ocasiones le robaron un brazo", dice;
"Se ha hecho lo posible por recuperarla", agrega; luego admite que
no conoce demasiado del asunto y deriva a un funcionario de segunda
línea que no conoce de ningún plan de traslado ni de preservación.
Porque, sencillamente, no lo hay. Desde hace al menos cinco años,
La partida de Martín Fierro tiene el 80 por ciento de las roturas
descriptas.

La consulta a un escultor.

Cuenta Iommi que Berni lo invitó a su estudio de la calle Lezica para
consultarlo: "tengo que hacer una escultura, y como vos estás con
los hierros...", le dijo.
–¿Un pintor, una escultura? Está bien que estemos en un país
surrealista, pero... Bueno, quizás algún día yo haga una pintura
— le dijo Iommi.
–Tengo que hacer un caballo y un gaucho en tamaño natural,
firmé un contrato con la Municipalidad de San Martín.
–¿Pero en qué forma? Porque hay muchas: tallado, modelado...
–No, yo no quiero nada de eso.
–Bueno, también podés hacerlo así: primero armás la estructura
del caballo en acero inoxidable, y después lo vas forrando en
pedazos de bronce, todo martilinado...
–¡Eso es lo que yo quiero! Pero necesito tu ayuda, porque
imaginate que no soy escultor... Y necesitaría un taller, también...
–Yo conozco un taller: es una fábrica que se llama Piave.
Los socios son muy artesanos y te pueden dar una buena mano.

Donde se hizo?

Un documento gráfico publicado por la ya discontinuada
revista Arte al día: el Maestro Berni en su tardía pero novedosa
versión escultórica, junto a los bocetos y la primigenia estructura
de La partida de Martín Fierro, en el lugar que, a instancias
de su amigo Enio Iommi, le cediera la empresa metalúrgica Piave.
Así recuerda Iommi aquella escena. "Los dueños de la fábrica
simpatizaron enseguida con él, le dieron un lugar para trabajar
y pusieron a su disposición un obrero especializado. Él les había
prometido a cambio dos cuadros, pero como murió antes de
terminar el Martín Fierro nunca los recibieron", cuenta Iommi,
que también hacía una obra en ese taller y fue testigo de los avances
de Berni. Recuerda Iommi: "Cuando la escultura estaba casi terminada
me preguntó qué color le podía dar al bronce. ‘Puede ser el pompeyano,
que da ese verde musgo, o el empavonado, que da un color oscuro,
casi negro, opaco’, le dije. ‘Me parece que el empavonado va a quedar
bien, el otro es una imitación de vejez’, me dijo". El diálogo ocurrió
dos semanas antes de la muerte de Berni.

Una obra muy importante.

"Lo maravilloso es que se trata de una escultura figurativa y no de un
trabajo tradicional; a aquellos que conocen su obra les transmite la
sensación de que es una obra de él, porque tiene su estilo; lo fantástico
es que parece sacada de un altorrelieve de uno de sus cuadros", explica
Iommi. "Un escultor clásico no hace esa obra, y por el sistema de trabajo,
el batido de chapa pedacito por pedacito, remite a su estilo pictórico.
Es una escultura con una agilidad asombrosa", concluye.
Se trata de la última obra de uno de los mayores artistas de los últimos
tiempos. ¿A qué conduce esta historia, qué produce, qué producirá?
¿Anda más cerca de indignar y asombrar o de ser un ejemplo más
de la importancia que se le asigna al patrimonio cultural en la Argentina,
un dato más que hace a un estado de "normalidad"? Iommi le pide
al dueño del Malba, Humberto Constantini, que rescate La partida
de Martín Fierro, o que la obra al menos se traslade a la plaza principal
de San Martín, frente a la municipalidad. El último Berni, mientras tanto,
despreciado y mutilado desde hace años, parece aguardar su destino final:
rescate o desguace."